CURIOSIDAD. Marco Antonio, Elia, Brandi y Alfredo de 5 años, están en el nivel inicial y aún no pueden leer, pero ya se les incentiva para que las imágenes en el papel atraigan su atención.
LA HISTORIA DE LOS NIÑOS CUSQUEÑOS QUE AMAN LEER
Calca. La historia comienza hace cuatro años, cuando a las manos de Juan, de 9 años, llega “Clemencia, la vaca”. Era un libro, lleno de dibujos y no dejó de leer hasta terminarla. Pero no lo hizo por obligación. El profesor no los había dejado leerlo solos y en silencio, sino que lo leyeron y entendieron juntos. “Los libros servían para divertirnos”, descubrió Juan, el niño cusqueño de ojos amables que se agrandan cuando lee.
En la comunidad de Banderayoc, Juan y sus cuatro hermanos saben que en la vida hay historias muy bonitas. Su madre Agustina esta tarde les tiene una leyenda, sobre un ave y un zorro. Su padre Feliciano les cuenta que pronto estarán listos sus cuartos que ha construido de adobe y paja para que cada uno tenga un lugar donde estudiar.
UN TRABAJO DIARIO
Trece colegios, tanto urbanos como rurales, fueron escogidos para cambiar la pobre realidad de la comprensión lectora: en promedio, solo 28 niños entendían lo que leían en Calca.
Daniel Yepéz, asesor internacional de la ONG World Vision Perú, dice que ahora son 71 niños de esos 100 los que comprenden lo que leen. También comenta que, “Hay que entender que cada niño es un agente de cambio y que no es una víctima; solo necesita oportunidades”.
Entonces bajo esa premisa la ONG y la UGEL de Calca empezaron a implementar ludobibliotecas en los colegios, que son espacios amigables para que los niños pierdan el temor al libro. “Lo que hemos logrado es que al niño le guste lo que lee y, por consecuencia, lo entienda”, dice Dennis Huayhua, director de la UGEL de Calca.
La capacitación de profesores con estrategias de animación a la lectura fue el primer paso a fines del 2008; luego siguió el compromiso de las autoridades locales con proyectos como el Festival de la Lectura y lo más importante el papel de los padres de familia en este cariño del niño al libro.
“Los padres nos preguntaban cómo iban a enseñarles a leer si muchos de ellos no sabían hacerlo”, “Cuéntale a tus hijos la historia de cómo se enamoraron en la chacra, de las leyendas de tu pueblo”, dice Marisol Maldonado educadora de la ONG.
LOS CUENTOS SIN FIN
En las alturas de Calca, la fría escuelita de Chaipa es un lugar feliz. Aquí aprenden leyendo en quechua y castellano. Para entender bien teatralizan sus historias.
En el colegio San Román de Calca, el timbre del recreo ha sonado. Ruby de 9 años corre feliz hacia la biblioteca. Agarra un libro ilustrado de Julio Ramón Rebeyro y lo abraza como una muñeca. “Yo tele no veo mucho. Más me gusta leer”, dice y se echa sobre la alfombra, apoya los codos en el suelo y se pierde entre las páginas coloridas.
“La idea de ir a la biblioteca como castigo ya no existe aquí. Incluso a mis alumnos les he pedido que lean 15 minutos antes de dormir. El otro día vino una madre a decirme que su hijo simplemente no va a dormir si no lee”, dice la profesora Elvira Cáceres.
En Banderayoc, el cuento de Juan continúa. Mustra orgulloso “El viejo y el mar”, el libro de Hemingway que leyó en dos días. Ya ha comenzado con “Mi planta de naranja lima”. Pero este cuento no tiene final. Es decir, la historia del niño de los ojos ambles y su amor por la lectura ya no tendrá fin.
Diario el Comercio
Vanessa Romo Espinoza -Textos
Nancy Chappell - Fotos
HORA DE JUEGO. En cada uno de los colegios donde se ha implementado el proyecto existe una ludoblioteca que permite a los niños divertirse y educarse. Hay una gran variedad de libros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario